Querida hija:
Ya falta muy poco para que estés en el mundo nuestro. Día a día has ido creciendo con la misma fuerza que nacen las plantas y la vida. La simplicidad de la creación se ha vuelto imprescindible en la medida que te falta el espacio en el vientre de mamá.
Nuevamente visitamos el Mar junto contigo. El mar sigue ancho y azul muy cerca de donde nacerás.
El mar a fin de cuentas se parece mucho a los rostros de mis aspiraciones truncas. Grande y apacible, encrispado y fuerte, diverso e inmenso, omnipresnte y equilibrador.
El mar me vio partir de mis lugares y hoy es la barrera que me impuso el no regreso. El mar, creo yo, quiso que nacieras aquí, en un mundo diferente donde podrás triunfar si asi te lo propones, donde al menos el ser humano es libre de construirse su propio espacio sin los estúpidos dominios de las ideologías.
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